Por Hno. Felipe Mancilla
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de a fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado” Hebreos 12:2
Ante las situaciones que estamos viviendo, es inevitable que en nuestro corazones y mentes hagamos un sin número de reflexiones, e intentar dar respuesta a muchas interrogantes relacionadas con la voluntad de Dios, la fe, el sufrimiento, y de preguntarnos directamente por qué y para qué está ocurriendo todo lo que actualmente el mundo está pasando.Sin embargo, dar respuesta a todas las interrogantes, puede resultar difícil cuando nos encontramos en el terreno de la voluntad y soberanía de nuestro Señor, ya que una cosa en todo esto ha sido tangiblemente clara; Jesucristo es el Señor, y tiene el control de todas las cosas.
Indagar en la voluntad de Dios, respecto a por qué Dios permite ciertos acontecimientos o sufrimientos, necesariamente requiere escudriñar a la luz de la escritura la forma en que Dios manifiesta su perfecta voluntad, y nos daremos cuenta de que la misma Palabra nos exhorta diciendo “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.” (Isaías 55:8)
Analicemos un breve acontecimiento bíblico para entender esto. Cuando Dios envía a Moisés para liberar a su pueblo, le dice desde la zarza ardiente; …y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir. (Ex 3:20) Si nos pudiéramos remontar a aquel suceso, viviendo en ese entonces ¿llamaríamos a las plagas que el Señor envía a Egipto como maravillas de Dios? ¿Cómo puede ser que una catástrofe para algunos signifique salvación para otros? Eso ocurre porque Dios piensa diferente a nosotros, lo que para nosotros significa sufrimiento para Él puede ser una obra maravillosa de su poder para salvación, como lo fue en ese entonces. Porque nosotros vemos hasta donde alcanza nuestra vista, pero Dios tiene una “mirada global” de lo que acontece, porque ya sea que una plaga la envíe o la permita, tendrá un propósito para aquello.
En cierta ocasión, después que Israel venía de una batalla ganada, dice la Palabra que el pueblo se desanimó en el camino, y comenzaron nuevamente a reclamar ante Moisés por qué había salido de Egipto para morir en el desierto, siendo que Dios los alimentaba con el maná, aunque ellos lo menospreciaron diciendo; nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y el Señor les envía serpientes ardientes que mordían a todo el pueblo; y murió mucho pueblo de Israel (Num 21:4-6). Este sufrimiento que Dios envía a su pueblo hace que Israel se arrepienta de este pecado, y Moisés intercede por su pueblo, quienes le piden que Dios quite estas serpientes. ¿Qué esperaríamos en nuestro pensamiento que Dios haga? Nuevamente se comprueba que Dios obra de maneras diferentes a la nuestra, pues Dios le responde a Moisés, pero en vez de quitar las serpientes, Dios les dice que construyan una serpiente de bronce sobre una asta en medio del campamento, y cualquiera que fuere mordido por alguna serpiente ardiente, debía mirar a esta obra construida y se salvaría.
Lo lógico para nosotros, no es lógico para Dios, porque cualquiera de nosotros que estuviera pasando algún sufrimiento, lo cuerdo sería pedirle que quitara dicho sufrimiento, así como pedimos en intercesión este tiempo que Dios quite este virus que está afectando al mundo entero. Pero en aquella ocasión Dios no quitó las serpientes, por lo que el pueblo siguió sufriendo las mordeduras, sin embargo, el Señor les da la solución a dicha aflicción, mirar la serpiente de bronce levantada sobre el campamento de Israel para que puedan vivir. Esta serpiente de bronce representa a Jesucristo, pues el mismo le dijo a Nicodemo que cualquiera que creyera en el Hijo de Dios, tendría salvación y vida eterna;Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. (Juan 3:14-15).
¡Cuán necesario es que el mundo vea que, a pesar del dolor, del sufrimiento, la aflicción y la muerte, la única solución a todo esto, es creer en Jesucristo! Esto es la fe en Jesucristo, no creer que el dolor se irá solamente, o que el virus terminará, aún cuando puede ser, la fe en esta situación será confiar en que Dios tiene un propósito para con la Iglesia y el mundo, y que revela de alguna manera el tiempo en el que estamos.
Es por esto que debemos poner nuestros ojos en Jesucristo, el autor y consumador de nuestra fe, y que según el pasaje inicial, nuestro ánimo no puede cansarse hasta desmayar, pues al compararnos con nuestro amado Señor, ninguno de nosotros ha sufrido como él sufrió, ni ha combatido por el pecado como él lo hizo.
¿En qué se manifestará nuestra fe entonces en este tiempo? Es curioso ver que precisamente al leer el contexto de este pasaje en Hebreos capítulo 11, el autor mencione una lista de hombres y siervos del Señor que manifestaron su fe incondicional hacia él. Pero también es revelador notar, que todos estos hombres y mujeres fueron reconocidos porque su fe fue probada y demostraron su obediencia a Dios. Noé le creyó a Dios, y por eso construyó el arca, fue obediente. Abraham le creyó a Dios, por eso se fue a una tierra desconocida y salió sin saber a dónde iba. Dios probó su fe, pidiéndole a su hijo Isaac, y Abraham sin dudar obedece a su mandato, porque tenía su fe en Él. Moisés le creyó a Dios, y obedeció al volver a Egipto para rescatar a su pueblo. Y así mismo se podrían mencionar una larga lista de hombre y mujeres que fueron ejemplos en su fe. Pero en la última de esta larga lista, está la Iglesia, como la fiel representante de la obra salvadora de nuestro Señor. ¿Ha probado Dios la fe de la Iglesia en este tiempo? Si fuera así ¿qué espera el Señor de la Iglesia entonces? Al igual que en los ejemplos anteriores, lo único que se debe demostrar al ser probada nuestra fe, es la obediencia a nuestro Señor, eso es lo que siempre ha estado en su eterno propósito, una Iglesia santa, sin mancha ni arruga, que sea obediente a su palabra y a su voz, que cumpla su ministerio de la reconciliación, que lleve a cabo el propósito de Dios.
Es tarea difícil responder al propósito del por qué está ocurriendo toda esta situación sanitaria a nivel mundial. ¿Es un juicio por el pecado que sobreabundó en el mundo entero y Dios quiere que muchos se arrepientan y cambien su forma de vida? ¿Es un llamado de atención a la Iglesia por esta fe sin obediencia al propósito eterno de Dios? ¿Es una obra de Dios para dar cumplimiento a los tiempos escatológicos? Quizás todas interrogantes sean afirmativas, pero una cosa debemos tener clara, que ahora más que nunca, la Iglesia requiere avivar una fe radical y una obediencia férrea a Dios, que colabore eficazmente con el propósito eterno y perfecto del Señor. ¿Es casualidad que Dios nos haya encerrado en nuestras casas? ¿Cómo estamos aprovechando este tiempo a solas?
Quisiera terminar esta reflexión con este pasaje; Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; más David se fortaleció en Jehová su Dios. (1 Sam 30:6) ¿Cómo despertará la Iglesia en este tiempo? ¿Cuándo todo esto acabe, se avivará la Iglesia? Para que esto ocurra, la Iglesia debe fortalecerse, así como David estaba angustiado porque querían matarle, pero en la intimidad con Dios, colocando su fe radical en Él, se fortaleció. El encierro en los hogares hará que Dios fortalezca el corazón de la Iglesia, despertará el espíritu de sus hijos, y la Iglesia se levantará con un estandarte, así como la tribu de Judá cuando se levantaba para la guerra, con una bandera que tenía la imagen de un león rugiente ¡así mismo la Iglesia pregonará este estandarte con el león de la tribu de Judá; Jesucristo el Señor.!
Es un tiempo para meditar, escudriñar, fortalecer, de llorar, porque cuando todo esto acabe será un tiempo de avanzar.
Jesucristo es el Señor.
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