Por el Pastor Carlos Cancino Campos
“Sé bueno con este siervo tuyo, para que viva y obedezca tu palabra. Abre mis ojos, para que vea las verdades maravillosas que hay en tus enseñanzas. No soy más que un extranjero en la tierra. ¡No escondas de mí tus mandatos!” — Salmos 119:17-19
Dios nos conoce y sabe hasta cuando dura nuestra vida en la tierra. Nuestra vida es muy limitada, efímera.
La vida comparada con la eternidad, es extremadamente breve. Sin embargo invertimos todo, para una vida que es muy corta; pero no invertimos para la eternidad.
La tierra es solo nuestra residencia temporal, por eso no debemos apegarnos demasiado, ya que estamos de paso. Debemos pedirle a Dios, que podamos verla con sus ojos y no con los nuestros, porque nos aferramos a lo limitado a lo que no dura.
Dios quiere recordarnos que nuestra vida es breve y se acaba. Nuestra ciudadanía está en el cielo.
Nuestra vida, es mucho más de lo que vivimos en la tierra. Nuestra identidad está en la eternidad y nuestra patria en el cielo, cuando entendamos esta verdad, dejaremos de sacrificarnos por lo terrenal.
No se trata de hacer un voto de pobreza, sino de querer tenerlo todo; de poner el corazón en lo material.
La palabra dice, que somos embajadores en esta tierra. Sin embargo nos acomodamos y enamoramos de tierras extranjeras, pudiendo perder nuestra ciudadanía del cielo. En la actualidad, vivir en el mundo occidental, es muy fácil. Es fácil olvidar, que la vida, no es la búsqueda de la felicidad. El sentido que Dios le da a la vida, no es para la búsqueda de la felicidad.
La vida, es la preparación para algo mejor; porque esto no es todo, lo que no veo, es eterno. Todo quien se esfuerza por seguir a Dios y hacer su voluntad, tiene dificultades y sufrimiento , Promesas inconclusas o anhelos que nunca serán satisfechos. Dios permite la incomodidad para que nos acostumbremos demasiado a esta vida pasajera.
No somos completamente felices en la tierra, porque no se supone que lo seamos. Esta tierra no es nuestro hogar final, fuimos creados para algo más. Tendremos momentos felices , pero no se compara con lo que Dios tiene preparado en la eternidad. Darnos cuenta que esta vida es temporal, debería cambiar nuestros valores; guiarnos por los valores eternos y no los temporales.
Nuestra fidelidad a Dios, no es garantía de éxito en la vida terrenal. Esta tierra no es nuestra hogar, en la eternidad está nuestra casa y nuestro Padre esperándonos. Tenemos que aprender a anhelar nuestra casa y nuestra patria celestial, porque Dios quiere llevarnos de retorno a El.
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