Por el Hno. David Cancino Andrade
Dios es bueno y siempre lo ha sido, al decirnos que se acercará a nosotros, quizás nos está tratando de decir que no está del todo con nosotros.
“Pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de ti. Para ti, la noche es tan brillante como el día. La oscuridad y la luz son lo mismo para ti.”
Salmos 139:12 NTV
La luz de Dios se acerca, vivimos una buena vida, pero cuando llegue la luz de Dios, la veremos como es realmente.
Esto dice el Señor:
“Aparentas una vida hermosa, digna de ver; has trabajado duro para construir esa apariencia, pero tu soporte es débil. Vendrá el Señor y te examinará, y verá la evidencia de lo oculto, verá lo impuro que hay dentro de ti y de tu familia y entre hermanos nacerá discordia y se herirán aun cuando nada hallan echo”.
Cuando Dios se acerca a su pueblo, este debe estar limpio. Lávense y queden limpios, quiten sus pecados de mi vista.
“Pero las palabras que ustedes dicen provienen del corazón; eso es lo que los contamina. Pues del corazón salen los malos pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la calumnia. Esas cosas son las que los contaminan. Comer sin lavarse las manos nunca los contaminará.”
Mateo 15:18-20 NTV
El Señor está pidiendo que tengamos un corazón puro. Cuidemos nuestro corazón: Evitemos hablar perversidad o escuchar murmuración.
“De todas las partes del cuerpo, la lengua es una llama de fuego. Es un mundo entero de maldad que corrompe todo el cuerpo. Puede incendiar toda la vida, porque el infierno mismo la enciende. El ser humano puede domar toda clase de animales, aves, reptiles y peces, pero nadie puede domar la lengua. Es maligna e incansable, llena de veneno mortal. A veces alaba a nuestro Señor y Padre, y otras veces maldice a quienes Dios creó a su propia imagen. Y así, la bendición y la maldición salen de la misma boca. Sin duda, hermanos míos, ¡eso no está bien!” Santiago 3:6-10 NTV
¿Lo que sale de nuestra boca es maldición o bendición? ¿Nuestra boca edifica o murmura? Miremos a Cristo y no nos desviemos. Que nuestro interior sea realmente puro.
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna.”
Salmos 139:23-24 NTV
Dios viene y nos mostrará cómo es realmente nuestro corazón.
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