Por el hno. Pablo Carcamo
“»Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Éfeso. Este es el mensaje de aquel que tiene las siete estrellas en la mano derecha, del que camina en medio de los siete candelabros de oro: »Yo sé todo lo que haces. He visto tu arduo trabajo y tu paciencia con perseverancia. Sé que no toleras a la gente malvada. Has puesto a prueba las pretensiones de esos que dicen ser apóstoles pero no lo son. Has descubierto que son mentirosos. Has sufrido por mi nombre con paciencia sin darte por vencido. »Pero tengo una queja en tu contra. ¡No me amas a mí ni se aman entre ustedes como al principio! ¡Mira hasta dónde has caído! Vuélvete a mí y haz las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, vendré y quitaré tu candelabro de su lugar entre las iglesias; pero tienes esto a tu favor: odias las obras malvadas de los nicolaítas, al igual que yo. »Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. A todos los que salgan vencedores, les daré del fruto del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.” — Apocalipsis 2:1-7
Al igual que la iglesia de Efeso, hemos abandonado el primer amor. Estamos en el camino, pero no lo hemos alcanzado todo. El Señor quiere hacer una cirugía a “corazón abierto” transformar nuestro corazón, nuestros pensamientos y vida. En un persona enamorada de Jesús, hay otra disposición, otra actitud. Jesús nos muestra el error, pero tambien nos da la salida, quiere que actuemos como en el primer tiempo. Recordemos cómo llegamos al Señor, con una mochila de pecado, amargura. Y el Señor nos recibió con sus brazos abiertos, Somos el fruto de la aflicción de Cristo en la cruz.
Jesús llena nuestro corazón, Jesucristo es nuestro amor
Nosotros a veces con el tiempo nos volvemos legalistas, nos olvidamos de cómo llegamos al Señor y cómo el nos recibió. Hemos dejado que el invierno se prolongue en nuestras vidas. Debemos volver al primer amor y no como una invitación, sino como un mandamiento.