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Jesucristo es el Señor

Por el hno. Nelson Villegas



El señorío de Cristo es el tema central y trascendental para nuestra vida como cristianos. En los Hechos de los Apóstoles, se relata cómo Jesús fue levantado en una nube frente a sus seguidores, demostrando su exaltación en los cielos. Este evento nos muestra que no hay nombre comparable al de Jesucristo, quien es único y el Señor por excelencia. La Biblia nos enseña que llegará el día en que toda rodilla se doblará y todos reconocerán que Jesucristo es el Señor.


La exaltación de Jesucristo en los cielos es resultado de su sacrificio en la cruz, donde pagó la deuda del pecado y derrotó al maligno. Gracias a su obra, se hizo posible la paz y la reconciliación entre el hombre y Dios. La Biblia nos recuerda que Jesús es el Señor y el Mesías, y nos insta a arrepentirnos y recibir su gracia y perdón, ya que su justicia será ejecutada.


Nuestra misión como creyentes es levantar nuestra voz y proclamar que Jesús es el Señor y el único Rey. No hay otra verdad más importante que esta. Jesucristo será para siempre el Señor de la Iglesia. Debemos vivir de acuerdo con esta verdad, buscando la santidad y la separación del pecado, ya que Dios nos pide ser una iglesia santa.

Jesús no solo es Dios, sino también hombre. Vivó, murió, resucitó y ascendió a los cielos por nosotros. No estamos solos, pues él intercede por nosotros y tiene toda la autoridad. Como hijos de Dios, tenemos la esperanza de ser transformados a su imagen cuando Cristo regrese.


Dios nos ha dado dones y nos nutre y equipa para servirle con gozo, gratitud y reverencia. Reconocemos a Jesucristo como Rey de Reyes y Señor de señores, cuyo reino es eterno y lleno de gloria. Él es el juez tanto de vivos como de muertos, y todos seremos juzgados por él. La gracia de Jesús es universal, pero debemos recordar que habrá un día en que su oferta de gracia terminará y ya no será una opción negar su señorío.


Ante esta realidad, debemos examinar nuestra respuesta personal a Jesús como Señor. No basta con participar en actividades religiosas o asistir al culto, sino que debemos vivir nuestra vida conforme al corazón de Dios. Debemos permitir que Jesucristo gobierne todos los aspectos de nuestra vida y ser moldeados por él.

En conclusión, Jesucristo es y debe ser el Señor en nuestra vida . Su exaltación en los cielos y su señorío sobre toda la creación demandan nuestra respuesta y obediencia. Que nuestra vida refleje el reconocimiento y la sumisión a Jesucristo como Señor en cada área de nuestra existencia.

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