Por el Hno. Elvis Santana
En un mundo donde la confianza en el hombre y las fuerzas humanas prevalece, nos enfrentamos a una elección crucial. Jeremías 17:5-8 nos advierte sobre los peligros de confiar en simples seres humanos y apartar nuestros corazones del Señor. Aquellos que confían en sus propias fuerzas pueden encontrar éxito temporal, pero al final, se ven solos y angustiados. En contraste, aquellos que confían en Dios son bendecidos. Su fortaleza radica en Él, y su dependencia está arraigada en el Señor.
¿En qué lado de la historia nos encontramos? Esta pregunta es esencial, ya que Proverbios 4:23 nos recuerda que debemos cuidar nuestro corazón, ya que determina el rumbo de nuestra vida. Estar cerca de Dios nos permite conocer Su voluntad y mantener nuestros corazones alineados con Él. En un mundo lleno de distracciones y tentaciones, es crucial mantenernos conectados con Dios para evitar apartarnos de Su camino.
Jeremías 17:9-10 nos revela la verdad sobre la naturaleza engañosa y perversa del corazón humano. Sin embargo, el Señor escudriña nuestros corazones y recompensa nuestras acciones. Debemos vivir con gratitud y reconocer que todas las cosas provienen de Dios. Filipenses 4:14 nos insta a compartir en las dificultades y vivir con la provisión divina. Reconocer que Dios es la fuente de la vida nos permite vivir con un corazón agradecido.
La semilla del Señor solo puede germinar y dar fruto en un corazón fértil y confiado en Dios. Al poner nuestra esperanza y confianza en el Señor, nos convertimos en árboles plantados junto a la ribera de un río. A pesar de las adversidades y las sequías de la vida, nuestras raíces en Dios nos mantienen firmes y productivos. Así, podemos vivir una vida bendecida y fructífera.
En resumen, el camino hacia un corazón fértil y una vida bendecida implica confiar en Dios por encima de las fuerzas humanas, cuidar nuestro corazón, vivir con gratitud y reconocer que todo proviene de Él. Al seguir estos principios, podemos experimentar la paz y una relación cercana con el Señor, sabiendo que Él examina nuestros corazones y recompensa nuestras acciones conforme a Su voluntad