Por el Hno. Carlos Bolados V.
En medio de la creciente incertidumbre que enfrentamos en la actualidad, como discípulos, es fundamental recordar que Dios tiene el control de todo. A lo largo del año 2020, presenciamos un cambio significativo en la humanidad que nos ha presentado un nuevo escenario, y en este contexto, necesitamos discernimiento para entender los cambios que Dios desea realizar en nuestras vidas.
Como discípulos de Cristo, debemos aprender a diferenciar entre lo esencial y lo secundario, lo absoluto y lo relativo, lo indispensable y lo prescindible. La Iglesia siempre ha tenido la capacidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes. En sus primeros años, no contaba con templos lujosos, sino con lo esencial: el Espíritu Santo y la Palabra de Dios.
En la actualidad, somos herederos de esta rica tradición cristiana. Nuestra iglesia primitiva se caracterizaba por compartir la Palabra basada en el amor, unirse en oración, celebrar ollas comunes y manifestar los dones espirituales. La iglesia no se define por sus reuniones o su edificio, sino por su misión.
Mateo 28:19-20 nos recuerda el mandato de Jesús: «Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos.»
Este mandato sigue siendo el mismo que se nos dio en los primeros días de la Iglesia: ir y hacer discípulos. En medio de la inestabilidad y la falta de certeza que enfrentamos, debemos recordar que Dios es el único certero y constante en nuestras vidas. Hoy, somos más conscientes de nuestra propia condición y debemos preguntarnos qué es lo más valioso en nuestra vida.
Dios está limpiando nuestras vidas, separando lo bueno de lo malo. Es el momento de hacer la obra del Señor. Si nos humillamos y buscamos su rostro, el Señor nos hablará y guiará en medio de la incertidumbre.
A pesar de cualquier circunstancia, la iglesia debe continuar haciendo su obra y obedecer la voz del Señor, tal como Felipe obedeció al salir de Samaria rumbo a Gaza. Los caminos del Señor pueden ser misteriosos, pero siempre son verdaderos. La obediencia sencilla puede tener alcances inimaginables.
Para finalizar, aquí hay algunos consejos para evangelizar en estos tiempos inciertos:
1. Predicar con el comportamiento
Dejemos que nuestras vidas hablen del Señor a través de nuestras acciones y actitudes.
2. Necesitamos fe y obediencia sencilla:
Para hacer la voluntad de Dios en nuestra vida y en la comunidad.
Recordemos que, a pesar de la incertidumbre que nos rodea, Dios sigue siendo el faro de certeza en nuestras vidas, y como Iglesia, debemos seguir su llamado a hacer discípulos y extender su amor y verdad a un mundo que necesita esperanza y guía.
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